A los pies de un monstruo
Hay actores que, por h o por y, consiguen llenar la pantalla con un único fruncir de cejas o una leve mueca. Javier Bardem forma parte de este selecto grupo, como en su momento fue Marlon Brandon, y esta madrugada ha conseguido el fallo de los Oscar en la categoría de "Mejor actor secundario" por "No es país para viejos".
Recuerdo sus primeras películas "Jamón jamón", "Huevos de Oro" de la mano de Bigas Luna, y las posteriores "Éxtasis" o "Perdita Durango", donde el intérprete destacaba más por su físico y un tez marcada por su pasado como jugador de rugby, pero que insinuaba unas tablas artísticas que ha mamado en el seno familiar.
Con el tiempo el cine español se postró a los pies de este monstruo de la pantalla, y lo premiaron con los Goya a mejor actor por "Los lunes al sol" y "Mar adentro" (fantástica interpretación de la vida de Ramón Sanpedro).
España se le estaba quedando pequeña y el salto a Hollywood estaba cantado, siempre a expensas de que le llegará un buen guión. Corría el año 2000 cuando el director Julian Schnabel le ofreció ponerse en la piel de Reynaldo Arenas, novelista y poeta cubana perseguido y encarcelado por su condición de homosexual y su oposición el regimén.
Su estremecedora y conmovedora interpretación le valieron la nominación a los Oscar como mejor actor en el 2001, pero no consiguió alzarse con la estatuilla. A pesar de eso, ya había logrado poner los dos pies en la meca del cine y que los críticos lo valoraran en su justa medida. Sobra decir que le sobraban los guiones, aunque Bardem, siempre cauto a la hora de afrontar nuevos retos, ha preferido durante estos años dosificarse y bordar sus interpretaciones.
En los últimos meses, antes que se conociera su nominación a mejor actor de reparto, se ha hablado más de su vida privada que de sus películas, y la intromisión en su vida privada le mosquea sobremanera (son celebres sus salidas de tono ante los fotógrafos), hecho que dificulta que conceda entrevistas a los medios. Es una lastima, la verdad, porque no tiene un pelo de tonto y valdría la pena escuchar que piensa o opina de las cosas ( tanto de su mundo como del mundo exterior).
Estamos ante uno de los mejores actores del momento y con uno de los futuros más prometedores del panorama cinematográfico, pero seguro que no se le sube a la cabeza y seguirá diseñando su carrera de forma lenta y artesana como si de La Sagrada Familia se tratara. Como muestra las primeras declaraciones después de recoger el Oscar al decir que " tendrán que pasar muchas horas y unos cuantos whiskys" para asumir el premio, a la vez que calificaba el galardón de "accidente maravilloso y fortuito" y "excusa perfecta para una noche de fiesta".
Javier, si cambiamos el whisky por el ron o una buena botella de vino de Bourdeus, te acompaño en la celebración y te inspiras en mi vida para una de tus próximas películas, de cuyo título no logro acordarme, pero que puede ser un bombazo.
Recuerdo sus primeras películas "Jamón jamón", "Huevos de Oro" de la mano de Bigas Luna, y las posteriores "Éxtasis" o "Perdita Durango", donde el intérprete destacaba más por su físico y un tez marcada por su pasado como jugador de rugby, pero que insinuaba unas tablas artísticas que ha mamado en el seno familiar.
Con el tiempo el cine español se postró a los pies de este monstruo de la pantalla, y lo premiaron con los Goya a mejor actor por "Los lunes al sol" y "Mar adentro" (fantástica interpretación de la vida de Ramón Sanpedro).
España se le estaba quedando pequeña y el salto a Hollywood estaba cantado, siempre a expensas de que le llegará un buen guión. Corría el año 2000 cuando el director Julian Schnabel le ofreció ponerse en la piel de Reynaldo Arenas, novelista y poeta cubana perseguido y encarcelado por su condición de homosexual y su oposición el regimén.
Su estremecedora y conmovedora interpretación le valieron la nominación a los Oscar como mejor actor en el 2001, pero no consiguió alzarse con la estatuilla. A pesar de eso, ya había logrado poner los dos pies en la meca del cine y que los críticos lo valoraran en su justa medida. Sobra decir que le sobraban los guiones, aunque Bardem, siempre cauto a la hora de afrontar nuevos retos, ha preferido durante estos años dosificarse y bordar sus interpretaciones.
En los últimos meses, antes que se conociera su nominación a mejor actor de reparto, se ha hablado más de su vida privada que de sus películas, y la intromisión en su vida privada le mosquea sobremanera (son celebres sus salidas de tono ante los fotógrafos), hecho que dificulta que conceda entrevistas a los medios. Es una lastima, la verdad, porque no tiene un pelo de tonto y valdría la pena escuchar que piensa o opina de las cosas ( tanto de su mundo como del mundo exterior).
Estamos ante uno de los mejores actores del momento y con uno de los futuros más prometedores del panorama cinematográfico, pero seguro que no se le sube a la cabeza y seguirá diseñando su carrera de forma lenta y artesana como si de La Sagrada Familia se tratara. Como muestra las primeras declaraciones después de recoger el Oscar al decir que " tendrán que pasar muchas horas y unos cuantos whiskys" para asumir el premio, a la vez que calificaba el galardón de "accidente maravilloso y fortuito" y "excusa perfecta para una noche de fiesta".
Javier, si cambiamos el whisky por el ron o una buena botella de vino de Bourdeus, te acompaño en la celebración y te inspiras en mi vida para una de tus próximas películas, de cuyo título no logro acordarme, pero que puede ser un bombazo.
1 comentarios:
VISCA BARDEM!! Com ha dit ell mateix a la roda de premsa posterior a la gala... COMO MOLA MI PISTOLA!
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio