No es una partida cualquiera

Llevan más de dos años jugando pero siguen igual de motivados. Cada partido es un mundo y aparte sin importar el resultado de la semana pasada. Ambos jugadores salen a darlo todo aparcando malos rollos laborales, dolores o síntomas de gripe. Calentamiento aparte, son poco más de treinta minutos de disputados golpes, combinando dejadas, drives, liftadas o simplemente un contrapie (cada vez en menor número ya que se tienen tomada la medida).

La vestimenta de ambos ya implica competitividad. El más experimentado opta a menudo por un conjunto rojo de camiseta sin mangas, al estilo Rafa Nadal, ceñida a su rechoncho cuerpo combinado con unos pantalones a juego. En cambio, su adversario se decanta por un color más relajado, sin tanta bravura como el rojo, y viste completamente de azul con tallas más anchas. La única coincidencia, técnicas aparte, es el calzado: bambas blancas de promoción en el Decathlon de hace ya un par de años.

A pesar de las innumerables partidas disputadas cada match es impredecible. A menudo, uno de los dos contrincantes coge la directa en el primer set y aprovecha que el del otro color esta aún frió para alejarse en el marcador. En ocasiones, dolorosas cuando ocurre, el tanteo deja al otro jugador en 7-0 o 9-1, pero son cada vez más contadas.





Una vez superado el calentamiento inicial (alguna que otra vez hasta en oscuras) y los asiduos espectadores de la clase de cycling ya han desfilado dentro de su sala, los dos rivales enseñan sus armas. Uno destaca por su fuerza hilvanando drive tras drive moviendo a su adversario de un lado al otro intentando matar el punto con una dejada, mientras el otro brilla más por su técnica, capacidad física que le permite llegar a bolas imposibles y un pelín de suerte.

Sus opuestas habilidades derivan en puntos casi directos con pocos intercambios de raquetazos o otros que combinan golpes largos y dejadas pudiendo provocar más de un aplauso.

Transcurridos los treinta minutos, durante los cuales los diálogos entre ambos jugadores se limitan a felicitaciones o lamentaciones, se estrechan la mano y se emplazan a la siguiente partida, con las pilas cargadas, nuevas estrategias y un resultado abierto.