El hombre contra la física II
La especie humana no deja de sorprenderme. Cuando parece que ya lo has visto todo, pam, aparece una nueva noticia que te deja con el semblante desencajado. A los titulares de hoy me remito.
AVUI- "Un transsexual home, embarassat de cinc mesos"
EL PERIODICO- "Un estadounidense luce un embarazo de cinco meses"
Mi curiosidad ha provocado que siguiera leyendo la información publicada para conocer los detalles del acontecimiento. Pero, alto las secas, no penséis que estoy barajando la posibilidad de seguir sus pasos, que en esto si que soy un pelín más tradicional, y no voy a poner en duda el papel de las mujeres como madres, en todos sus sentidos.
Sin embargo, al leer la noticia me ha venido a la memoria mi reciente visita al médico para realizarme una ecografía, segundo paso después de mi episodio miccionador en un tubo de ensayo. Lo que tiene que hacer uno para quitarse las piedras del zapato y poder andar con normalidad!
A lo que íbamos, que pierdo el hilo. Trasladad vuestra mente a una pequeña habitación, vieja, con los típicos techos altos, ennegrecidos y oscuros a más no poder. Allí me encontraba yo, tumbado en una triste camilla esperando para someterme a una ecografía, cual embarazada primeriza.
Además, por expreso deseo del médico, tuve que retener mis fervorosos deseos miccionadores tras ingerir una cantidad generosa de agua con el fin que la prueba pudiera revelar con exactitud y clarividencia el estado de la cuestión.
En esas que llega el jefe, me saluda fríamente y me interroga por el motivo de mi visita. A ver señor, que no he venido para que me descubriera el sexo de los ángeles ni probar el efecto del frió gel en mi musculoso abdomen (la literatura te permite fantasiosos adornos respecto a la cruel realidad). Para no alargar mi agonía miccionadora y no hacerle perder el tiempo, frené mi imaginación y le cuento lo que me sucede. Sin separar su mirada de la pantalla asiente con la cabeza. Pero tío, mírame a la cara, que te estoy hablando! Que me tienes al lado!
Con mi abdomen al aire, cual bailarina de la danza del vientre, me ponen un gel de color azul. Cuando "mi amigo" empieza a jugar con su maquinilla traslado mi mirada a la pantalla del ordenador. Qué raro se ve todo y que poco se de medicina, por Dios! De primeras constato que no estoy embarazado y que ningún cuerpo extraño habita en mi interior a pesar de mis repentinos antojos.
Repite la operación con la zona delantera, dorsal y posterior de mi abdomen. Por cierto, quien me ha metido allí una riñonera?? Calla, calla, que es mi próstata.
En cinco minutos me ha ventilado y me permite acudir al excusado para que mi abdomen recupere su apariencia normal, es decir, con sus flotadores. Justo al salir me cruzo con la enfermera que acudía en mi búsqueda para seguir con las pruebas, y contrastarlas con la bufeta vacía. Repetimos la operación y vuelvo a ver una riñonera en mi estomago. La que hubiera liado Pocholo allí visto como se puso por perder una mochila.
A todo esto, el médico no dice ni pió. Mueve el aparatito, observa y analiza sin compartir conmigo sus impresiones. Toc, toc, que es mi cuerpo, sabías?? Al cabo de pocos minutos da por finalizado mi examen y me invita a abrocharme el pantalón. Ya era hora, empezaba a sentirme incomodo ante sus insinuantes movimientos Doctor! (típico pensamiento de Groucho Marx).
Para esperar los resultados de la ecografía y el informe del médico me hacen pasar a una sala, donde resulto ser el único que no supera los 50 años de edad. Me miran y los miro. Compruebo que tengo el cierre del pantalón bien atado y miro al frente. Llega la enfermera con un sobre cerrado que debo entregar a mi médico de cabecera.
Así que tras mi primera ecografía he constatado que no llevo un pequeño Viver en mi interior y he descubierto, por fin, donde está aquella mariconera azul Reebook que perdí hace años.
P.D. Dentro de cuatro meses Thomas Beatie, dará a luz a una niña. Lo que avanza la ciencia, por Dios!
AVUI- "Un transsexual home, embarassat de cinc mesos"
EL PERIODICO- "Un estadounidense luce un embarazo de cinco meses"
Mi curiosidad ha provocado que siguiera leyendo la información publicada para conocer los detalles del acontecimiento. Pero, alto las secas, no penséis que estoy barajando la posibilidad de seguir sus pasos, que en esto si que soy un pelín más tradicional, y no voy a poner en duda el papel de las mujeres como madres, en todos sus sentidos.
Sin embargo, al leer la noticia me ha venido a la memoria mi reciente visita al médico para realizarme una ecografía, segundo paso después de mi episodio miccionador en un tubo de ensayo. Lo que tiene que hacer uno para quitarse las piedras del zapato y poder andar con normalidad!
A lo que íbamos, que pierdo el hilo. Trasladad vuestra mente a una pequeña habitación, vieja, con los típicos techos altos, ennegrecidos y oscuros a más no poder. Allí me encontraba yo, tumbado en una triste camilla esperando para someterme a una ecografía, cual embarazada primeriza.
Además, por expreso deseo del médico, tuve que retener mis fervorosos deseos miccionadores tras ingerir una cantidad generosa de agua con el fin que la prueba pudiera revelar con exactitud y clarividencia el estado de la cuestión.
En esas que llega el jefe, me saluda fríamente y me interroga por el motivo de mi visita. A ver señor, que no he venido para que me descubriera el sexo de los ángeles ni probar el efecto del frió gel en mi musculoso abdomen (la literatura te permite fantasiosos adornos respecto a la cruel realidad). Para no alargar mi agonía miccionadora y no hacerle perder el tiempo, frené mi imaginación y le cuento lo que me sucede. Sin separar su mirada de la pantalla asiente con la cabeza. Pero tío, mírame a la cara, que te estoy hablando! Que me tienes al lado!
Con mi abdomen al aire, cual bailarina de la danza del vientre, me ponen un gel de color azul. Cuando "mi amigo" empieza a jugar con su maquinilla traslado mi mirada a la pantalla del ordenador. Qué raro se ve todo y que poco se de medicina, por Dios! De primeras constato que no estoy embarazado y que ningún cuerpo extraño habita en mi interior a pesar de mis repentinos antojos.
Repite la operación con la zona delantera, dorsal y posterior de mi abdomen. Por cierto, quien me ha metido allí una riñonera?? Calla, calla, que es mi próstata.
En cinco minutos me ha ventilado y me permite acudir al excusado para que mi abdomen recupere su apariencia normal, es decir, con sus flotadores. Justo al salir me cruzo con la enfermera que acudía en mi búsqueda para seguir con las pruebas, y contrastarlas con la bufeta vacía. Repetimos la operación y vuelvo a ver una riñonera en mi estomago. La que hubiera liado Pocholo allí visto como se puso por perder una mochila.
A todo esto, el médico no dice ni pió. Mueve el aparatito, observa y analiza sin compartir conmigo sus impresiones. Toc, toc, que es mi cuerpo, sabías?? Al cabo de pocos minutos da por finalizado mi examen y me invita a abrocharme el pantalón. Ya era hora, empezaba a sentirme incomodo ante sus insinuantes movimientos Doctor! (típico pensamiento de Groucho Marx).
Para esperar los resultados de la ecografía y el informe del médico me hacen pasar a una sala, donde resulto ser el único que no supera los 50 años de edad. Me miran y los miro. Compruebo que tengo el cierre del pantalón bien atado y miro al frente. Llega la enfermera con un sobre cerrado que debo entregar a mi médico de cabecera.
Así que tras mi primera ecografía he constatado que no llevo un pequeño Viver en mi interior y he descubierto, por fin, donde está aquella mariconera azul Reebook que perdí hace años.
P.D. Dentro de cuatro meses Thomas Beatie, dará a luz a una niña. Lo que avanza la ciencia, por Dios!
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